GRECIA; CAPÍTULO 16: Viaje a ATENAS

4 DIAS EN ATENAS. Abril, Semana Santa.

El viernes 22 de Abril de 2011 a las 10.20 de la mañana salió el vuelo desde Sofía con destino Atenas. Llegamos a Atenas a las 11.30 más o menos, y cogimos el metro que hacia al centro de la ciudad.
El metro nos costó casi 7 euros porque el aeropuerto está algo alejado de la ciudad y nos dejó en Monasteraki que es la parada más céntrica de metro de Atenas.


Cuando salimos del metro fuimos a buscar el albergue que habíamos reservado y en el que nos hospedaríamos durante nuestra estancia en la ciudad.


La calle por la que subimos en busca de nuestro albergue estaba llena de gente y de puestos en los que vendían cosas de todo tipo. También abundaban los coches y las motos. Una de las cosas que nos llamó la atención es que había cientos de motos y la gente conducía sin casco.

La primera impresión fue buena. Tras esa y una par de calles más encontramos nuestro albergue: Athens International Youth Hostel.
Cuando entramos un chico en la recepción nos atendió muy amablemente y nos dió la llave de nuestra habitación y unos mapas del centro de la ciudad. Subimos a la habitación, tenía seis camas, distribuidas en dos compartimentos, y un baño. Nos tomamos unos segundos de relax y bajamos a la calle. Lo primero hicimos fue comer. Cerca del albergue encontramos un pequeño restaurante muy acogedor. Probé uno de los platos más típicos griegos: La musaka.

La musaka es una comida parecida a la lasaña pero con un sabor más dulce.
Está formada por varias capas, de patata, berenjena, carne, y una capa de bechamel gratinada.
Me encanto!!!!

La comida nos costó aprox. 10 euros. Barata, pensé que al ser una capital muy turística sería todo bastante más caro. Cuando terminamos de comer, el camarero muy cortés, nos invitó a un chupito de Ouzo, que es una bebida típica griega de color blanco con sabor a anís. La verdad que no nos gusto mucho pero igualmente lo bebimos. 


Tras la comida, lo primero que hicimos fue ir a ver dos edificios que estaban relativamente cerca de donde comimos. Camino de ellos pudimos tener la segunda impresión de la ciudad. Las calles estaban llenas de gente rara, yonkis y, en general, personas con aspecto no muy bueno. El paseo, de escasos 20 minutos, que nos dirigía a los dos edificios nos sirvió para darnos cuenta de que no nos gustaba la cuidad, que nada era como esperábamos. A mí no se acabaron la ilusiones en aquellos momentos. A ellos sí. Simplemente aquella zona que nos habíamos encontrado de la ciudad, no era la mejor cara.



Después de ver uno de los edificios, digo uno porque al otro nos fue imposible acceder. La calle que conducía a él estaba llena de gente indigente y deambulante, con problemas serios, así que fuimos caminando y nos encontramos un parque. Dimos un paseo hacía muy buen día. Había sol y hacia calor.




Después del paseo por el parque nos tomamos un helado camino del albergue. Antes de llegar al albergue nos paramos en un supermercado para comprar algo para beber esa noche. Llegamos al albergue,  dejamos las cosas e hicimos el reparto de las camas. Yo quería dormir en la habitación de dos camas y a ser posible en la cama de debajo de la litera. La suerte me sonrió puesto que de las seis al azar me toco exactamente esa, y compartiría habitación con Yaiza, mejor imposible. Después de todo esto nos volvimos a la calle en busca de un sitio donde tomar algo y jugar al billar. Desafortunadamente esto no ocurrió, porque según un señor de un restaurante, al que llamábamos Billardo, en la ciudad había un par de bares con billar, que están a 8 km del centro de la cuidad por lo menos.

Después de dar vueltas por el centro de ciudad descubrimos una calle que estaba llena de puestos hippies, que vendían pulseras, anillos, colgantes, camisetas y cosas de ese estilo. Subimos por esa calle y desde el final se de observaba la Acrópolis iluminada.
Ya se había hecho de noche.


A Jaime, que tuvo que dejarse su hierba en Sofía por los controles de aeropuerto, le entró un arrebato de adicción, así que se acerco a un inmigrante que vendía lucecitas voladoras, y al que salsaboy le acababa de comprar dos, y le preguntó que si tenía Marihuana. El señor, indignado, le dijo que no, que era de Bangladés, y que su religión no se lo permitía fumar ese tipo de sustancias.

Al bajar de nuevo por esa calle nos paramos en una terraza muy bonita a tomar algo. Lo primero que hizo la cámara que nos atendió fue traernos un vaso de agua a cada uno, cosa que nos sorprendió. Luego nos preguntó que queríamos tomar. Pedimos una cerveza que se llamaba Alfa, que por lo visto es típica en Grecia, que nos costó nada más y nada menos que 5€Desde la terraza en la que estábamos sentados, vimos pasar una procesión de Semana Santa.
La gente caminaba por la calle con velas. Era viernes santo.

Después decidimos ir a cenar, y tras muchas vueltas y comprobaciones de cartas en las puertas de los restaurantes, no fuimos a cenar a un kebab. La cena fue muy barata, el kebab nos costó solo 2 euros, y el agua que bebimos nos salió gratis, porque el camarero nos la puso directamente del grifo en una jarra. El kebab estuvo muy rico. Luego nos fuimos al alberge, estuvimos tomando algo, y nos fuimos a dormir porque estábamos cansados. Al día siguiente visitamos la Acrópolis. 

VISITAMOS EL ACROPOLIS!!!

No madrugamos mucho. Serian las 10 a.m. Desayunamos algo en la habitación que anteriormente habíamos comprado en un supermercado y nos fuimos, y de camino al metro nos compramos algo para comer ese día. 
La Acrópolis fue lo mejor con diferencia. La entrada al recinto fue gratuita. La Acrópolis es lo más representativo de Atenas. Acrópolis significa, literalmente, la ciudad alta.

Subimos caminando hasta la cima. A nuestro paso nos encontramos con muchas ruinas, que es prácticamente de lo que está formada la Acrópolis.

Arriba del todo se encuentra el Partenón que es lo más importante de la Acrópolis y está formado por columnas de mármol. Para acceder a él anteriormente hay pasar por una zona que se conoce con el nombre de Los Propileos, que es la gran entrada al Acrópolis, también formada por columnas a los lados separadas por un pasillo. Esta zona estaba llena de gente, aunque en general, había mucha gente visitando la Acrópolis esa mañana. También arriba y cerca del Partenón ahí otros monumentos reconocidos como es el Erecteión y su olivo.









La vistas durante toda la subida son magnificas, se puede contemplar toda la ciudad desde un punto de vista céntrico, la Acrópolis se encuentra en el centro de Atenas. Además las vistas alcanzan más allá, tanto que no solo se contempla la ciudad, sino que también puede verse el mar que rodea Atenas, el Mar Egeo. 



Después bajamos por otro sitio distinto al que subimos, y al salir de la Acrópolis nos encontramos con un edificio. Dentro había objetos antiguos expuestos, aunque la verdad que esto no fue de mucho interés para mí, así que tras una breve visita me quede fuera disfrutando del sol mientras los demás fotografiaban las cosas expuestas que había dentro.



Por último antes de irnos, nos acercamos a un último monumento que estaba formado por columnas y era del mismo estilo que todo lo que habíamos visto anteriormente.



Después nos fuimos a comer, habíamos comprado comida así que decidimos buscar un lugar con pradera donde sentarnos y descansar después de la perfecta mañana en la Acrópolis.
El parque al que fuimos y en que posteriormente pasaríamos varios ratos, estaba justo al lado de la calle de los hippies.
El día era soleado, así que, tras comernos un sabroso bocadillo de salchichón con queso, en un pan muy rico, nos quedamos allí de relax casi hasta la mitad de la tarde. Nos pasamos la tarde sentados al sol en un banco sin hacer prácticamente nada. En esto, Jaime y Marina aprovecharon la ocasión, y probaron con un nuevo intento de conseguir Marihuana. 
Se acercaron a uno de los puestos hippies que había allí al lado y preguntaron, y estos muy atentos y amables le hicieron un mapa detallado en una servilleta de papel, con las indicaciones de donde la podrían conseguir.
Cuando regresaron, nos fuimos caminando en busca de la zona de fiesta para que cuando saliésemos esa noche, no anduviésemos muy perdidos, y después de unas cuantas vueltas, encontramos una calle en la que había algunos bares. Después de esto, nos fuimos al albergue  Y tras otro rato de descanso, bajamos a cenar a una hamburguesería que nos quedaba allí cerca. Tras la cena, volvimos de nuevo al albergue a beber y prepararnos para salir.

Estuvimos jugando a juegos de beber. Primero comenzamos jugando al juego de la frase Miguel, Yaiza y yo. Si no nos reímos mas, era por ya no podíamos. Yaiza y yo, no percatamos de la dificultad de Miguel para pronunciar las palabras con ese y con zeta, así que cada vez que teníamos que añadir palabra intentábamos buscar una de esas características. Entre eso y que Yaiza de vez en cuando se olvidaba y solo decía su palabra en vez de repetir las anteriores, nos reímos mucho. Posteriormente se unieron al juego Marina y Ángel.

Después de jugar un rato decidimos salir, aunque casi nadie tenía ganas al final salimos todos menos Marina. Los chicos, en especial Miguel, estaban un poco acojonados, porque el dueño del albergue nos estuvo explicando que no era muy aconsejable salir por la noche por cierto barrios a ciertas horas de la noche, y nosotros teníamos que cruzar uno de esos barrios para llegar a la zona de los bares que habíamos encontrado esa tarde. A pesar de todo salimos, porque simplemente había que coger un taxi hasta allí, y se solucionaba el problema. Así que así lo hicimos, el chico del albergue muy amable llamó a dos taxis y nos fuimos. El taxi nos costó 7 euros, a pesar de que el taxímetro marcaba 5. Cosas de ser guiris supongo...
Cuando llegamos, no sabíamos dónde ir, pero rápidamente encontramos un grupito de gente por la calle, les preguntamos y nos dijeron que les siguiésemos. Así lo hicimos. 

Las calles estaban muertas, apenas había gente, dimos una vuelta, y decidimos entrar a uno de los pocos bares que parecían estar abiertos a pesar de que solo eran aproximadamente las 3 de la mañana. El bar tenía muy buena pinta, y la música que se escuchaba desde fuera. House. Parecía buena. El bar era pequeño, nos acercamos a la barra y pedimos algo para beber. Las copas costaban 8 euros. 

Estuvimos toda la noche bailando y bebiendo, porque conseguimos regatearle bastante al camarero. Primero Jaime y yo volvimos a pedir otras copas, e intentamos conseguir dos por el precio de una. Y así fue, el camarero era muy simpático y muy guapo, así que nos las puso. Después, viendo el chollo que habíamos conseguido, volvimos a pedir, pero esta vez todos. Esta vez fue más difícil. El objetivo era conseguir cuatro por dos. El camarero se hizo bastante de rogar pero tras varias ofertas por mi parte en un inglés que sospechosamente el camarero entendió, este accedió.

Por otro lado estaba el Dj, al que teníamos frito a pedir canciones, que este nos puso. Él también era muy guapo, rubio con ojos azules, y a pesar de no tener ningún interés en él, su novia que estaba allí al lado, no paraba de mirarnos con mala cara cada vez que nos acercábamos a la cabina. Cerca de las 6 de la mañana, cuando ya solo quedábamos nosotros en la discoteca, como de costumbre, nos dijeron que iban a cerrar, y yo, de nuevo le hice una última oferta al camarero. Antes de irnos el camarero me dejo poner unos chupitos para todos los que estábamos allí, que éramos, nosotros cinco, el camarero, el Dj y su novia. Después nos fuimos en metro para el albergue. Esa noche lo pasamos genial.

Al día siguiente cuando nos despertamos, fuimos a comer a un restaurante que estaba justo en la calle de nuestro albergue  La comida no estuvo del todo mal, aunque el filete de pollo que pedimos sospechosamente parecía de paloma. Así que a Marina no le gusto nada. Cuando terminamos de comer, la señora que nos atendió, muy amable, nos trajo unos huevos de colores. En Semana Santa, en Bulgaria, y por lo visto también en Grecia hay una tradición:

El jueves santo, o el sábado santo la gente cuece huevos, y después con un líquido especial que venden en las tiendas por estas fechas se pintan. El primero tiene que ser siempre de color rojo. Después el domingo en familia se comen, así que cada uno coge un huevo, pero antes se tienen que chocar unos contra otros, y se dice que la persona que posea el huevo más duro, es decir, el que más tarde en romperse tendrá felicidad y salud ese año, aunque en general todo el mundo por el simple hecho se participar en esta tradición tendrá salud y felicidad.

Así lo hicimos. Cogimos los huevos y los chocamos. El mío fue el que más tardo en romperse. Al final no nos lo comimos pero fue satisfactorio participar en esta tradición.



Después de comer nos fuimos a ver el estadio de los primeros juegos olímpicos, y luego a pasear por un parque bastante grande que había cerca de allí.



Después nos encontramos un Hard Rock Café, así que entramos a tomar algo. Esta cafetería es bastante cara. Lo más gracioso fue el café que les pusieron a Marina y a Miguel. Les dieron una cafetera directamente. Era muy extraña, y contenía café y agua que tú mismo colabas antes de servirte, nos les gusto nada y creo recordar que les costó aproximadamente unos 7 euros el dichoso café. Miguel y Marina siempre tenían problemas para pedir café a los sitios a los que iban.



Luego, nos fuimos a dar una vuelta al barrio más turístico de la ciudad: Plaka. Es un barrio muy bonito, lleno restaurantes y de tiendas en las que puedes comprar cosas varias y souvenirs. Salsa Boy, siempre comprando cosas raras, se compro unas cartas, relativamente eróticas, con las que esa misma noche jugaríamos al póker.

Barrio de Plaka
A nuestro pasó por las calles y mientras buscábamos la catedral, nos encontramos con una iglesia. Al principio pensamos que eso era la catedral, pero luego supimos que no. Y después de camino al metro para volver al albergue pasamos por el Parlamento.

Por la noche nos quedamos en el albergue cada uno a su rollo. Miguel, Yaiza y Jaime bajaron a comprar algo para cenar. Durante la noche estuvimos jugando al póker. Yaiza fue la ganadora. Nos habíamos apostado 5 euros pero al final nadie pago a nadie... 

A la mañana siguiente nos fuimos a la playa en metro. Bueno, eso en el caso de que a ese sitio se le pueda llamar playa, porque lo que se dice arena no tenía. Era una especie de puerto con una orilla, llena de basura de todo tipo, allí había hasta una rueda de coche. Así que los planes que teníamos para la última mañana finalizaron antes de empezar, porque tras media hora en aquel lugar nos volvimos a la ciudad.




Bajamos del metro y en un restaurante que estaba justo al principio de la calle de los hippies, comimos. Yo de nuevo comí musaka, la del primer día me había gustado mucho, pero esta no estaba tan rica como aquella. Después nos acercamos de nuevo al parque en el que habíamos estado para esperar a que se pasara el tiempo y volver a Sofía. 





A las 6 de la tarde cogimos el metro que nos llevaría al aeropuerto. El trayecto en el metro fue más largo que el de la ida así que llegamos un poco justos de tiempo al aeropuerto, pero fue muy divertido ver como todos corríamos para embarcar el avión, a pesar de que aun quedaban 20 minutos. A las 7.25 de la tarde cogimos el vuelo con destino al paraíso, Sofía. 

Tras una hora y diez minutos aproximadamente llegamos a nuestra ciudad, el taxi costaba quince levas, así que, cogimos un autobús desde el aeropuerto hasta el centro de la cuidad todos juntos y luego cada uno cogió el correspondiente para ir a su casa. Antes de llegar a casa nos compramos una pizza tropical para cenar en el Don Doman, que era lo que llevaba deseando todo el día. :)

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