TURQUIA; CAPÍTULO 2: UN DÍA EN ESTAMBUL.


Aterrizamos en Estambul. Ya era de noche, y habíamos pasado todo el día viajando. 
Poooor fin en Estambul!!!! El aeropuerto estaba genial. Lo único que llamó mi atención fueron montones y montones de maletas, al parecer sin dueño, que tenían allí tiradas y amontonadas en mitad del suelo. En muchos aeropuertos del mundo eso sería sospecha de algo, en este país donde la mayoría practica el islam, no. Para mi fue desorden. Mientras esperábamos las maletas, observé a un grupo de personas que estaban al lado, también esperando en una de las cintas.

Primera vez en un país musulmán, y cerca del medio oriente. Después nos fuimos hacia la salida donde nos esperaba un chófer para llevarnos hasta el hotel. Llovía. El chófer llegó bastante rápido al hotel. Luego descubrimos por qué.

Nos montamos en una furgoneta muy grande con todo nuestro equipaje y nos dirigimos al hotel contemplado la ciudad, desde una ventanilla abierta por el calor sofocante, a las 12 de la noche, 11 de la noche en España, ya que en Turquía hay 1 hora más. El chófer conducía de manera rápida y temeraria, aunque eso tampoco es algo que nunca hayamos visto en España, por eso llegamos al centro de la inmensa ciudad en pocos minutos. La primera impresión no fue muy buena, el color amarillo de los taxis había casi que intuirlo de lo sucios que estaban y la furgoneta también dejaba bastante que desear. Llegamos al hotel pasados unos 40 minutos. El chófer nos dejó en la calle de al lado, porque la calle en la que estaba situado el hotel era peatonal.

Bajamos nuestras maletas. La calle era muy bonita, con más hoteles y restaurantes, pero lo que más llamó mi atención fueron unos aposentos fuera de los restaurantes techados con mesas y cojines en el suelo, en los que había gente fumando shishas (pipas), algo muy popular en la ciudad.

Nos alojamos en el Hotel Safir. La decoración de este hotel es típica turca, como todo en Estambul! En la recepción había dos chicos jóvenes muy amables y hospitalarios que nos recibieron muy atentamente. Pasados unos minutos subimos a nuestras habitaciones. Teníamos tres, y las compartíamos de dos en dos. Pasadas unas dos horas que duramos en instalarnos y acomodarnos, nos fuimos a dormir. Las camas eran extremadamente cómodas. La habitación era muy bonita y limpia.

QUÉ VER EN: UN DÍA EN ESTAMBUL.

Nos despertamos temprano y bajamos a desayunar al buffet libre del hotel. La comida era variada. Había lo normal en un desayuno, por ejemplo café, zumo, leche, cereales, tostadas y fruta. Pero también había otras cosas como jamón, delicias típicas turcas de cacahuete o pistacho, queso y un montón de cuencos con variedades distintas de aceitunas y mermeladas.


Después subimos a la habitación de nuevo para recoger nuestras cosas, bajamos las maletas y nos fuimos a visitar la ciudad.

1. EL PALACIO TOPKAPI.

Lo primero que fuimos ver fue el Palacio Topkapi. La entrada nos costó unos 9 euros. El palacio está lleno de jardines y dentro tiene unas salas con exposiciones de cosas antiguas como medallas, espadas, vasijas, copas y cosas de ese estilo. Todas eran doradas y con brillantes de colores. En general fue aburrido. Lo más interesante que vi allí fue tenían un galardón que los españoles durante algún momento de la historia les habíamos llevado y una espada de un sultán famoso, con la que este había cortado muchas cabezas y al que creo que apodaban “El magnífico”. Eso, y también que en una de las salas de exposición había un señor vestido de negro leyendo el Corán por un micrófono y por el que a través de unos altavoces se le oía en toda la sala. También desde unos miradores que había dentro del palacio se podía observar la parte asiática de Estambul.



2. LA MEZQUITA AZUL.

Después fuimos a La Mezquita Azul, que queda muy cerca del Palacio Topkapi. Por fuera es genial. Es muy bonita y me gusto mucho. La entrada es gratuita y para acceder a ella todo el mundo tiene que descalzarse y, a parte, las mujeres nos tenemos que cubrir la cabeza, y las que llevan falda o vestido corto, cubrirse con una tela hasta los pies.



Se llama Mezquita Azul porque por dentro está decorada con mosaicos azules de todos los tonos. El techo esta formado por infinitas lámparas colgantes y el suelo esta cubierto completamente por una alfombra. El olor que hay allí dentro es muy particular, no es insoportable pero para nada es agradable.



3. LA CISTERNA DE YERBATAN.

A continuación fuimos a visitar La Cisterna de Yerebatan. Entrar nos costó unos 6 euros. Las cisternas son una especie de pozos subterráneos donde en la antigua Constantinopla almacenaban el agua. Es un lugar oscuro con muchas columnas, en concreto 336, iluminadas con luces rojas. Es un sitio muy bonito. Hay como un metro de agua y desde los puentes, construidos para la visita, se puede observar a los peces que allí habitan y el fondo cubierto de monedas que la gente tira pidiendo un deseo. La moneda que hay en Estambul se llama lira y al cambio a euros es más o menos el doble, es decir, que 1 euro son 2 liras.



4. SANTA SOFIA.

Después fuimos a SANTA SOFIA. Uno de los mejores lugares de la ciudad. Es una antigua iglesia cristiana convertida posteriormente en mezquita y actualmente en museo. De todos los lugares que visitamos sin duda este fue el que más me gusto. Para subir a la parte de arriba hay que ir por una rampa de piedras. Por dentro es muy bonita y también está llena de lámparas que cuelgan del techo y en cada esquina tiene una especie de medallones verdes con escritos en dorado.



Luego fuimos a comer un kebab. Fuimos a un restaurante por el que habíamos pasado antes, y nos había gustado por fuera. Tenía mesas y sillas en la calle pero entramos dentro porque hacía bastante frío. Se subía por unas escaleras y había como una especie de compartimentos diferentes. Entramos a uno que el camarero nos indicó.

No me gustó mucho el sitio, el kebab no sabía a kebab y el nestea no sabía a nestea. Lo único bueno fue que resultó barato, a pesar de que el camarero se saco un IVA de la manga y nos redondeo la cuenta hacia arriba un par de liras.

6. LOS BAZARES.


Después nos fuimos al hotel, que nos quedaba cerca, y de ahí al bazar de las especias. Venden cosas de todo tipo, ropa, gafas, zapatillas, relojes, lámparas etc. El bazar también fue algo que me gusto mucho. Estaba abarrotado de gente y los vendedores acosaban por todos los lados.

En general, sabían hablar casi cualquier idioma, lógico, porque tratan de enganchar todo el rato a todos los turistas. Los puestos de especias y lámparas me llamaron especialmente la atención. Las especias son de colores llamativos, y el olor de ellas embriaga todo el bazar.



Las lámparas, también de colores, estaban encendidas y aportaban majestuosidad al bazar. Estos puestos hacían que el bazar tuviera un ambiente muy bonito.

Todo era super barato, sobre todo si sabes o consigues regatear! Yo compre un reloj y una camiseta, por 5,50 euros. Bea compró un montón de relojes para toda su familia. Vendían ropa de marcas tipo Lacoste, Adidas, Converse etc. Los precios eran muy baratos también para estos productos. A pesar de que son imitaciones, los logos y las marcas son las mismas, la calidad supongo que será distinta, aunque me pareció bastante aceptable.


Después del bazar salimos al Bósforo, canal enorme que pasa y divide en 2 Estambul. Desde allí a cada lado de la salida del bazar de las especias de podían contemplar dos mezquitas menos importantes que no visitamos por dentro, una de ellas llena de palomas. A lo lejos, al otro lado del Bósforo, se contemplaba otra parte de la inmensidad de Estambul, teniendo como principal edificio la torre de Gálata, sobre saliendo en el horizonte. Hacia allí nos dirigimos.





Las vistas eran magníficas a pesar de que el día seguía oscuro y había comenzado a lloviznar. Para cruzar pasamos por un puente casi a nivel del agua total lleno de cafés y restaurantes. Más adelante subimos arriba, al puente por el que pasan los coches y el tranvía. Toda la acera y toda la barandilla estaba llenas de pescadores que directamente daban sus pescados a los restaurantes que estaban debajo del puente y que estos, cocinaban directamente. Eso es comerse un pescado fresco y lo demás son tonterías. Ni controles de calidad ni nada. Al cruzar el puente parecimos entrar en otra dimensión.

La parte Europea en su conjunto es muy bonita, solo pequeños detalles empolvaban su hermosura, como por ejemplo, minúsculos montones de escombros y de basuras que se acumulaban en las esquinas de algunas calles.

La parte de Asia es otra historia. Interminables pendientes insubibles la forman, y estas estaban llenas de basura sin aceras y llenas de barro. En una de estas calles encontramos un acogedor café donde tomamos un descanso hasta que llegáramos a la torre Gálata, que era nuestro destino.


La torre Gálata es una torre como otra cualquiera. Es de piedra y es bastante alta, se podía visitar por dentro y subir a una especie de mirador que había en lo alto de ella pero no sé por qué razón finalmente no lo hicimos. Sería por todas aquellas cuestas...

Al bajar de nuevo hacia la parte más bonita de la inmensa ciudad de Estambul, más de lo mismo. Cuestas y más cuestas sucias, y barrios extremadamente sórdidos. Lo único que nos llamó la atención fue que de camino al tranvía, que nos llevaría de regreso, nos encontramos con un supermercado DIA, y en el paramos a comprar algo de comida para nuestro viaje en tren hacia Sofia. Finalmente cogimos el tranvía y cruzamos el puente.

De nuevo volvimos al bazar a realizar unas compras de última hora y de nuevo un chico de un restaurante que decía llamarse Tom Cruise nos abordó. Era gracioso y agradable con nosotras, pero eso no es algo que no haga con el resto de las personas, porque son así con todo el mundo. A la vuelta decidimos tomar un descanso y llegó el gran momento esperado: La Pipa. Nos sentamos en la calle y nos pedimos para tomar una pipa de manzana que, personalmente, pienso que no tenía nada de especial, pero fue muy entretenido ver como Bea, que no estaba fumando de ella, nos llamaba yonkis y colocados mientras nosotros si lo hacíamos. La verdad nos reímos mucho.


Después fuimos a cenar a un restaurante que estaba justo al lado. La cena estuvo muy rica y fue muy entretenida. Yo cené cordero con verdura. Venia en un plato de metal en el que directamente lo habían cocinado. En la cena solo tuvimos un pequeño percance. Bea apoyó descuidadamente una de las cartas encima de una vela que había en la mesa, provocando una pequeña humareda en el restaurante, que afortunadamente quedó en una anécdota.
Uno de los empleados del restaurante nos estuvo mirando prácticamente toda la cena de manera acosante. Luego descubrimos que lo hacía para comprobar a cada instante que sus clientes tuvieran cara de satisfechos durante toda la cena. Me pareció algo excesivo.

Después de la placentera cena fuimos al hotel a recoger nuestro equipaje y nos pusimos rumbo a la estación para coger el tren que nos llevaría a Sofía.

Nos VAMOS a SOFIA capital de BULGARIA, en TREN. AQUI

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