BULGARIA; CAPÍTULO 17: Sofía XIII ME HAGO UN TATUAJE!!

Esta semana fue muy cortita puesto que algunos días de ella formaron parte de Semana Santa, pero no por esto fue menos intensa. Ya antes de venir, allá por enero, a Bea y a mí nos rondaba en la cabeza la idea de hacernos un tatuaje para recordar el viaje si este resultaba ser bueno. La idea inicial era hacérnoslo en Estambul, lugar que visitamos al principio, pero al final estuvimos muy poco tiempo y resultó ser muy precipitado así que cuando comenzó el viaje esta idea la desechamos pero no la olvidamos.

Posteriormente ya en Sofía, Yaiza se unió a la idea. Nos pasamos varios días hablando sobre esto y buscando algo representativo que hacernos y en que parte hacerlo. Al final Yaiza no se decidió porque no encontró nada a su gusto y a Bea le surgió el problema de que no sabía donde hacérselo porque el sitio en el que había pensado tras una prueba a bolígrafo resultó no gustarle. Por el contrario, yo sí que sabía lo que hacerme y también había encontrado un sitio perfecto para ello.

La semana anterior, es decir la semana en la que los demás estaban en Viena, Bea y yo habíamos estado mirando sitios de la cuidad donde los hacían. Posteriormente yo también les había preguntado a mis alumnos si conocían sitios donde los hacían y la higiene que podría haber en ellos.
Después de hablar mucho sobre el tema esa semana, Bea y yo, un día por la tarde de que salimos de nuestras empresas, quedamos para dar una vuelta por la ciudad, y tomar y comer algo en el Starbucks.
El Starbucks es un sitio al que solíamos ir casi a diario.  Starbucks es una cadena internacional de café. En ella puedes tomar cualquier tipo de café y también todo tipo de bebidas heladas como batidos o granizados. A parte puedes acompañar tu café con una gran variedad de postres como porciones de tartas de chocolate o manzana, donuts, napolitanas o cruasanes.



Miguel, Marina y Yaiza tenían su empresa cerca de esta cafetería, y yo tenía mi academia justo en frente, solo tenía que cruzar un parque, así que frecuentemente nosotros quedábamos allí.

Solíamos quedar desde las cinco hasta las seis y media de la tarde. Este era el momento desde que ellos salían de trabajar hasta el que yo entraba. Me encantaba ese sitio y esos momentos de tarde acompañados de aquel batido de helado de chocolate que acostumbraba a pedir siempre que íbamos.


Después de tomar algo, Bea y yo dando un paseo nos dispusimos a buscar lugares donde hiciesen tatuajes. La primera calle a la que fuimos era una calle conocida para nosotras, la calle donde se encontraba Bulgaria Gateway. Esta era la empresa que coordinaba y nos guiaba en nuestro intercambio.

Debido a esto la conocíamos bastante bien, porque la recorríamos bastante a menudo y como la idea del tatuaje nos rondaba desde el principio ya me había percatado anteriormente de que en esta calle había un par establecimientos donde hacían tatuajes.

Entramos en el primer lugar que estaba ubicado en la misma acera y muy cerca de Bulgaria Gateway. El sitio era para flipar. Dos tipos muy raros nos atendieron. Les dijimos lo que queríamos y estos nos miraban con tanto cachondeo que daba la sensación de que se estaban riendo de nosotras. El sitio era horrible y asqueroso y no creo que el lugar cumpliese ninguna medida ni de higiene ni de nada. Además los tipos de paseaban fumando por todos los lados. Eran los típicos gordos tatuados hasta las cejas y uno de ellos con la cara llena, pero llena de piercings. Por lo menos tendría 20. En cuanto pudimos nos fuimos de allí.

Continuamos calle arriba hacia otro sitio que también habíamos visto en la misma calle. De nuevo volvimos a flipar. Este sitio era peor que el anterior si cabe. Para entrar cruzamos por un sitio muy raro y luego subimos a un edificio casi en ruinas con grafitis en las paredes. El sitio estaba también muy sucio. No sé muy bien como describirlo porque allí había de todo. Desde un futbolín en mitad de la sala, pasando por unas cuantas jaulas de canarios, hasta el grupo de amigos, que en aquel momento, estaban allí reunidos fumando porros. Lo único que se salvaba de aquel sitio es que el chico fue amable con nosotras, lo demás un asco.

Visto lo visto estaba la cosa difícil, porque yo tenía muchas ganas de hacerme el tatuaje pero no bajo cualquier circunstancia. Obviamente tenía que encontrar un sitio completamente decente.

Después de esto nos fuimos a la calle más importante de la cuidad, Vitosha. En esta calle están ubicados algunos de los hoteles más lujososlas tiendas más caras de la ciudad.


En esta calle también hay un establecimiento de tatuadores, así que allí nos dirigimos a probar suerte de nuevo. El sitio estaba dentro de un soportal y para acceder había que subir unos cuantos escalones. Cuando llegamos arriba, para entrar había que atravesar una cristalera corredera. Bea y yo intentamos abrirla pero no sé por qué razón no éramos capaces. Al otro lado del cristal un chico sentado detrás de la mesa de la recepción nos observaba entre risas. Debió pensar, vaya dos... El chaval se moría de la risa y nosotras de la vergüenza.
Al fin pudimos abrirla. Entramos y el chico muy amable nos atendió. La primera impresión del lugar fue muy buena. Había dos partes claramente definidas. Una recepción y la sala donde hacían los tatus. En la recepción había una mesa, sillones, vitrinas con pendientes y un montón de archivadores con tatuajes para hacerse. Lo normal. También se veía la sala donde hacían los tatuajes, tenía una ventana enorme hacia la recepción. En aquel momento había una chica haciéndose un tatuaje, cosa que nos inspiró bastante confianza. Todo era de lo más normal. Bea, que de las dos es la que mejor hablaba inglés, le explicó lo que queríamos. El chico nos atendió divinamente.

Tras meditar unos instantes y tras comprobar que todo era correcto decidí hacérmelo allí. El chico me preguntó cuando quería hacérmelo y me dijo que si quería podía ir al día siguiente. Me pareció muy precipitado así que le dije que preferiría la semana siguiente y me dijo que sin problema. Además estó había sido la semana antes de irnos Atenas y prefería dejar el tatuaje para la vuelta, para no tener que estar preocupándome allí de él.

El día que elegí para hacérmelo fue el jueves 28 de abril.  Les dije que yo les llevaba lo que quería hacerme y ellos allí me ajustaban el tamaño y los últimos detalles. Los chicos fueron muy atentos y profesionales durante toda nuestra estancia. Por último el tatuaje me costaría 100 levas, que son unos 50 euros.

Decidí poner mi nombre en árabe en un lateral de la cadera. Las letras árabes son más bonitas que las búlgaras, por eso me decanté finalmente por ponerme el nombre en ese idioma. Esto tendría doble recordatorio y significado, las letras árabes por Estambul y luego Sofía, porque sería la ciudad donde finalmente me lo haría.
Esta fue la semana de la vuelta de Atenas,
Llegó el jueves. Después de que salieran de trabajar, quedé con Miguel, Marina y Yaiza. Ellos me acompañarían a hacerme el tatu. Quedamos en el mc donals que hacia esquina en esa misma calle. Este sería el segundo tatuaje así que, no estaba muy nerviosa, solo lo normal al ser otro país distinto, pero nada más. Llegamos pronto así que tuvimos que esperar un ratillo.
Por fin llegó mi turno, entre a la sala y le dije al chico que cerrase la persiana porque estos estaban fuera mirando y me estaban poniendo nerviosa, pero aun así se veía, aunque no me importaba. 
Cuando digo estos me refiero a Miguel y a Yaiza, porque Marina ya estaba echando una cabezadita en el sillón de la recepción como acostumbraba a hacer cada vez que tenía un rato de relax.
El tatu fue visto y no visto. Me lo marcó donde quería, me tumbe en la camilla y comenzó a hacérmelo. Apenas duró 15 minutos. No me dolió prácticamente nada pero a pesar de esto el chico estaba pendiente y me preguntaba cada poco si estaba bien. Una cosa que me prestó mucho fue ver como lo hacía, porque es un sitio al que si me alcanzaba la vista estando tumbada.
Cuando terminó, me explico cómo tenía que curármelo, bueno se lo explicó a Miguel en ingles, y este me lo tradujo. Esto tampoco fue ningún problema porque al tener otro ya sabía más o menos lo que tenía que hacer. Simplemente necesitaba que me apuntase el nombre de la crema que me tenía que echar para poder comprarla. Todo fue muy bien y resultó muy sencillo al final. 

Los chicos se portaron muy bien. Ya tenía por fin nuevo tatuaje y un recuerdo para toda la vida de la increíble experiencia que estábamos viviendo.

OTRO FINDE EN SOFIA. A punto de tirarme en marcha de un taxi. AQUÍ

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